sábado, 11 de diciembre de 2010

"...lo esencial es invisible a los ojos"

Previo a dar inicio a lo que leerán a continuación, pido disculpas de antemano al gran Antoine de Saint-Exupéry y a todos los amantes de su obra por lo que estoy a punto de escribir…es una historia distorsionada que toma los elementos de su precioso y significativo relato, pero que jamás podría adherirse a la bondad e inocencia del principito que cambió la vida de aquel piloto que sólo sabía dibujar boas cerradas y abiertas.

Parece difícil de comprender, pero este corto cuento que muchos no entienden (porque realmente es para adultos, o más bien, como dijo el autor, para el niño que una vez habitó en los adultos de hoy), está cargado de moralejas que tocan el alma…y de vez en cuando, como en este caso, pueden dar justo en el clavo, si eres alguien que distingue un sombrero de un elefante dentro de una serpiente.


Preguntas al vacío


Entonces, ¿cuándo fue que tu humanidad corrompió tu espíritu?, ¿cuándo fue que te convertiste en el hombre que habita el 4to planeta…? Aquel ser de negocios, sin tiempo si quiera para encender el cigarrillo que sostiene en la boca ni mirar a la cara a quien le habla…ese hombre cuenta y cuenta estrellas, pero sólo las posee, no es útil para ninguna de ellas ni tampoco se detiene a admirar su resplandeciente luz, porque…está muy ocupado para perder el tiempo en pequeñeces.

El principito de la historia de Saint-Exupéry le dijo al hombre de negocios “Si yo poseo una bufanda puedo colocármela alrededor del cuello y llevármela, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela adonde yo quiera. ¡Pero tú no puedes tomar las estrellas y llevártelas adonde quieras!

Pregunto nuevamente, (tal como el principito, que no se daba por vencido una vez que preguntaba), ¿cuándo fue que tu espíritu quedó reducido a un grano de arena y dejaste que te absorbiera la grotesca simplicidad de tu condición humana?...¿será que te dio miedo darte cuenta que es mucho más grande que el planeta B612 y huiste a esconderte?...Así, pues, el pequeño y dulce príncipe de cabellos dorados expresó a la serpiente del desierto africano que se estaba un poco solo allí, y ésta respondió acertadamente “también se está solo entre los hombres”.




Entendiendo a Exupéry

Inmerso en su inocencia, como una ráfaga violenta e inesperada, el principito se dio cuenta de que en la tierra había miles de rosas iguales a la única existente en su planeta, en un solo jardín, y rompió a llorar. Fue gracias a su amigo, el zorro, que descubrió la belleza única que albergaba su rosa…y no precisamente se trataba de su color y su perfume. El zorro contó un sabio secreto al niño: “Eres responsable de lo que domesticas, y domesticar significa crear lazos…una vez que domesticas algo, eso se convierte para ti en algo único en el mundo…para mi, tus pasos serán diferentes a los de todo el mundo y el trigo me recordará tus cabellos de oro. Sólo se conocen las cosas que se domestican, los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos. El tiempo que perdiste con tu rosa hace que sea importante”. Fue allí cuando comprendió que, aún teniendo miles de rosas en un mismo jardín, los hombres no encuentran en él lo que buscan porque “los ojos están ciegos: hay que buscar con el corazón”.

Yo soy la rosa, la única flor que vive en tu planeta, pero ciertamente no es el b612, pues aquí, el principito que debería cuidar de mí, no llega aún de su viaje por el planeta de los adultos. En la pequeña órbita, la rosa bosteza melancólica...sólo en compañía de tres volcanes y un manto estelar que no le devuelve a su principito.


Mi historia

Creo, firmemente, que desde hace mucho empezaste a verme como una rosa de plástico…bella por fuera y digna de halagos, pero cómoda de tener pues no tendrías que cuidar de algo hecho de plástico, hasta que llegó un momento donde simplemente me arrojaste al olvido…sin embargo, soy tan auténtica como las estrellas hacia las que partiste y como los volcanes que dejaste abandonados aquí, en el lugar donde yo habito. Pero razón tiene el astuto zorro, no importa cuántos planetas visites ni lo grandes que estos sean, no importa los jardines que esbocen sus rosas perfumadas…soy la rosa que tú domesticaste, soy aquella que cuidó también de ti y que te acompañó en tu solitario planeta hasta el día que decidiste dejarme a la intemperie, con mis 4 espinas que sólo me sirven para aparentar fiereza pues, no puedo librarme del frio viento de la noche ni de las orugas que intentan comerse mis pétalos.

Así que…nuevamente, ¿dónde está tu alma?...esa que ama a la flor y cuida de ella, esa que creó lazos de los que es responsable…tal vez, justo como el principito, el cuerpo que habitas representa una carga muy pesada para regresar aquí, conmigo…tal vez debas despojarte de las ataduras que atañen tu humanidad y zafarte de la ignorancia que te hace actuar como un adulto que sólo ve sombreros dibujados y habla sobre política y corbatas…entonces, ¿qué le hiciste a tu rosa?, ¿te das cuenta ahora…?


 


" - ¿ Me quieres? - Sí, te quiero mucho, tú has embellecido mi planeta. "
" - La quería pero no me sentía feliz...empecé a darme cuenta que no comprendía nada, así que decidí dejar mi planeta e ir a rercorrer el universo para intentar aprender algo. Hice mal en abandonarla, pero en aquel momento ni siquiera eso llegué a comprender...era demasiado joven".



 


"Un día decide abandonar su planeta, quizás cansado de los reproches y reclamos de la rosa, para explorar otros mundos. Aprovecha una migración de pájaros para emprender su viaje y recorrer el universo; es así como visita seis planetas, cada uno de ellos habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo, los cuales, a su manera, demuestran lo vacías que se vuelven las personas cuando se transforman en adultas".


 




El Principito y El Zorro