jueves, 24 de junio de 2010

De reina danzante a princesa real

Por Virginia Larrazábal


Tacones de plataforma, brillantes atuendos y una angelical voz que alcanza niveles de mezzosoprano, fueron en infinidades de ocasiones centro principal de incesantes flashes y deleite de eufóricas audiencias sobre escenarios que, en época de brillantes reflectores y música disco, vieron nacer y crecer la majestuosidad de una mujer que con su vibrante alegría y cuerdas vocales privilegiadas, formó parte de una de las agrupaciones más recordadas después de los Beatles, el cuarteto sueco ABBA.

Su llamativa cabellera pelirroja de ese entonces, mirada profunda y desmesurado talento vocal convirtieron (según todos sus fans) a Anni–Frid Lyngstad, mejor conocida como Frida, en el regalo más valioso que Noruega ha podido entregar a su país vecino, Suecia.

Paradójicamente, cuando las luces se apagaban y el derroche de energía musical llegaba a su fin, bajo la cortina de los escenarios Frida siempre se caracterizó por tener una personalidad marcadamente reservada y tímida. Y es que desde el comienzo de su vida, a finales de la segunda guerra mundial, la sofisticada cantante nórdica se enfrentó a múltiples desavenencias que terminaron moldeando su personalidad de forma dramática.

“En realidad no sé porqué me consideran misteriosa, tal vez es porque soy callada. En ABBA yo fui la última en integrarme y fui además la sombra de los otros. Agnetha con su larga y rubia cabellera atraía la atención mucho más”, expresa Frida al blog “ABBA – Los artículos”.


Los visitantes

Por aquella época donde los fusiles viajaban y las trincheras se instalaban cruelmente por casi toda Europa, centenares de soldados arribaron al pequeño pueblo noruego de Bällangen, donde no pasaría mucho tiempo para que las virginales jóvenes se enredaran en romances que dejarían frutos, y que lejos de haber sido simples deslices, formarían parte del retorcido plan de reemplazo racial comandado por el líder de la revolución nazi, Adolf Hitler.

Con sólo 17 años, Sinny Lyngstad, la menor de cinco hermanos, había quedado prendada de un soldado enemigo llamado Alfred Haase, aún sabiendo que dicha relación sería vista como el peor crimen cometido en aquel entonces, relata el biógrafo experto de ABBA, Carl Magnus Palm. Luego de dos años de un tórrido y secreto amorío, un día frío y escarchado de noviembre de 1945, cinco meses después de finalizado el conflicto bélico vendría al mundo en condiciones turbulentas y sin una figura paterna presente, la que sería una de las estrellas más grandes que ha concebido el país escandinavo.

Desde recién nacida, Anni-Frid fue víctima del rechazo de su propia comunidad por ser descendiente del adversario que había destruido tantas naciones, por lo que su madre y su abuela se vieron obligadas a emigrar con la criatura de 18 meses hacia Suecia, país neutral durante la guerra. Sin embargo, como si no hubiera sido suficiente el repudio de su tierra y la partida de un padre que jamás supo de ella (que de acuerdo con los rumores se había hundido en el barco de regreso a Alemania), la batalla para la pequeña Frida apenas comenzaba.

Antes de cumplir los tres años de edad, un colapso en los riñones provocaría que su madre pereciera inesperadamente, dejándola huérfana y al cuido de quien se convertiría en su única familia, su abuela Agny con quien tendría más tarde un increíble parecido físico en su etapa adulta.

“Fue terrible, pensé en Frida pues había perdido a su madre siendo tan pequeña y ella no entendía nada de lo que había sucedido”, relata con pesadumbre quien fuera amiga de la infancia de Sinny, Sarah Myre, en un documental transmitido en 2003 llamado “El gran secreto nazi de ABBA”.

A raíz de todas las tragedias acontecidas a tan temprana edad, la infancia de Frida no fue precisamente una etapa feliz. Hundida en libros y canciones típicas de su país, ella creció muy solitaria e introvertida, mientras su abuela trabajaba incansablemente para sacar adelante a su pequeña familia.

Tal como ella misma lo expresó en una entrevista dada en 1983 en el programa televisivo sueco “Gas Host Hagge (Invitado de Hagge)”, “eran dos generaciones de diferencia con respecto a mi abuela, por lo que no teníamos mucho en común, sin embargo a ella le debo todo. Me enseñó cómo ser fuerte e independiente, así como la pasión por la música…” cuenta con un dejo de nostalgia y calma en su voz.

El también biógrafo de ABBA, Henry Edgintong, dice que “ella solía hablar con sus amigos sobre su madre, pero no recordaba demasiado. Siempre tenía esa mirada introspectiva que intentaba hurgar entre los recuerdos”.


Otra ciudad, otro tren

Durante su adolescencia encontró en la música un refugio pues creció siendo una persona insegura. A los 9 años empezó a cantar en el coro de su escuela y a los 16 pasó a ser miembro de la banda local, en la que conoció a su primer esposo, el trombonista Ragnar Frediksson quien, de acuerdo con el sitio web “Frida después y ahora”, le ofreció la estabilidad y el amor que necesitaba.

En palabras de la misma Frida, “creo que era seguridad lo que buscaba más que todo. Mi niñez no fue especialmente segura pues me faltó cariño…construí toda mi vida alrededor de él”.

Justo igual que su madre, Frida, aquella joven llena de sueños y carencias, dio a luz a su primer hijo llamado Hans antes de cumplir la mayoría de edad y cuatro años más tarde tuvo una niña a la que bautizó como Ann Lisse-Lotte.

Aunque sabía bien que adquiriría enormes responsabilidades al formar una familia, continuó con la banda intentando no convertirse en ama de casa a tiempo completo pues sus ambiciones iban mucho más allá de eso. Eventualmente empezó a tener problemas para balancear su papel de madre, esposa y cantante a pesar de su afición por la cocina y el amor por sus niños.

En este punto donde se encontraba entre la espada y la pared, la perspicaz y decidida mujer de ojos claros tomó la engorrosa decisión de mudarse a la capital para perseguir su sueño, dejando a sus hijos bajo la custodia del padre, con quien irremediablemente rompería lazos matrimoniales.

En una entrevista reseñada en el blog electrónico “ABBA – Los artículos” Frida asegura, “cuando mi carrera despegó tuve que alejarme de mis hijos. Nadie entiende lo que eso duele y lo que más hiere son los rumores. Por fuera estaba sonriente, pero por dentro era un desastre. La gente decía que había abandonado a mi familia y eso era una gran mentira, pues yo los quería tener conmigo pero su padre, quien fue comprensivo, no le importó hacerse cargo de ellos debido a que estaban mucho mejor con él que conmigo en mi diminuto apartamento de Estocolmo”.


Esperaba por ti

Finalizando la década del boom pacifista, un encuentro sin aparente relevancia se dio entre ella y el tecladista de la banda rock del momento en aquel entonces, los Hep Stars.

En julio de 2005, en una entrevista grabada para Frida The DVD, la hoy sexagenaria asegura que “…la música rock no existía para mí. Encontré horrendos a los Hep Stars cuando los vi actuando. ¿Cómo iba a saber que Benny más tarde sería mi novio y mi marido?”, expresa entre risas en un café, delante de la majestuosidad de las montañas de los Alpes suizos.

Pero tal parece que el destino se empeñaba en juntarlos pues las chispas saltaron hasta su segundo encuentro donde coincidieron por casualidad durante las faenas de trabajo y fue cuando se dieron cuenta que definitivamente había química entre ellos. Ese fue el comienzo de 12 años de un tórrido romance.

Muchos se cuestionaban cómo era posible que una sofisticada y calculadora mujer como Frida hubiera podido encajar con un hombre amable y sencillo como Benny. De acuerdo con una publicación del diario sueco sensacionalista, Aftonbladet, ella apareció cual arribista en busca de atrapar el corazón de un famoso a costa de haber abandonado a su familia.

Frida desmintió todo aquello en una entrevista de 1977 a la revista Popshop, “Lo que más me ha dolido han sido los chismes de la prensa, nada de lo que dicen es verdad. El divorcio ya había salido mucho antes de conocer a Benny y el haberme mudado lejos no fue una decisión repentina. Él vino a mi vida en el momento preciso, cuando empezaba a dudar seriamente sobre si habían valido la pena los sacrificios. Me encontraba sola y deprimida en mi apartamento, apartada de mis niños”, confiesa emotivamente.

Años más tarde, luego de haberse establecido, logró recuperar a sus hijos pues los llevó a vivir con ella, su nuevo marido y los retoños de éste. Juntos formaban una gran familia aunque nunca tuvieron hijos en común.

Con una seria expresión en su rostro, ella comenta en “Invitado de Hagge” que, “la fama tiene su costo, y la mía la tuvo. Hoy día tengo una muy buena relación con mis hijos que ya están crecidos, pero hubo una época donde Lisse-Lotte renegaba de mi”. Evidentemente su accidentada niñez influyó en la crianza de sus hijos pues ella misma confiesa que quiso darles todo lo que ella no tuvo, pero tenía miedo de cometer errores.


Aparece el soldado

Después de la pérdida de su abuela, durante la tercera década de su vida, los escenarios vibraban con las armónicas notas que desprendían sus prodigiosas cuerdas vocales, pero al bajarse se encontraba aquella valiente mujer acostumbrada al ausentismo paternal.

Para 1977, el destino conspiró para que, gracias la suspicacia de un joven alemán que leía la biografía de la pelirroja en una revista, sucediera un encuentro que cambiaria la vida de Frida de manera drástica.

Sorprendido, aquel fanático reconoció entre las líneas del artículo que su padre, quien había estado en Noruega en 1945 prestando servicio militar, correspondía al mismo nombre del progenitor supuestamente desaparecido de la famosa cantante. Una vez confirmadas sus sospechas, el chico le mostró un afiche enorme y le dijo “ella es tu hija”, rememora Frida con una amplia sonrisa durante la entrevista del ’83 mencionada anteriormente.

“Era muy extraño descubrir que de repente tenía un padre, pensé que era un lunático así que lo ignoré, pero él insistió por lo que le pedí una prueba y resultó que sabía muchas cosas de mi madre que sólo alguien cercano podía conocer. Me sentía demasiado tensa y nerviosa el día que lo conocí. Al vernos, ambos lloramos y nos abrazamos”, narra con ojos vidriosos ya que para ella fue difícil aceptarlo pero comenta que fue una gran felicidad haberlo encontrado y hasta que él murió a principios de 2009, mantuvieron contacto regular a través de cartas, llamadas y ocasionales visitas.


Gracias por la música

Sin duda alguna, su sueño consolidado se evidenciaba a flor de piel cada vez que entonaba junto con Agnetha las conmovedoras letras que Benny y Björn componían para el cuarteto.

Los escalofríos no se hacían esperar cada vez que una multitud infinita de fans se aglomeraban sólo para verlos, comenta Lyngstad, además de confesar con rubor en las mejillas que uno de los momentos más embarazosos de su vida fue cuando tuvo que usar una peluca que se le cayó justo antes de salir del escenario, se la colocó rápidamente y cuando el público la vio resultó que se la había puesto al revés.

La fama y riqueza han sido motivos de ambiciones frustradas para muchos pero para la intérprete de éxitos como “Fernando”, “Knowing me, knowing you” y “Money, Money, Money”; después de haber vivido por mucho tiempo humildemente, todo ello ha representado una bendición. “Es más duro de lo que la gente piensa, pues hay que aprender a controlarse aunque debo admitir que me encanta la ropa de diseñador, los abrigos de pieles y viajar”, revela en tono jocoso.


No hay a quien culpar

Los 80’s fueron años de cambios radicales para la mezzosoprano. Delante de las cámaras las parejas de ABBA representaban armonía y amor, sin embargo la realidad empezaba a dar un giro que no tendría vuelta de hoja.

El divorcio llegó al igual que la separación de la legendaria agrupación. “Fue muy triste para mí porque tuve que lidiar con la separación y el hecho de seguir trabajando juntos. Nunca lo mencionamos, pero había cierta atmósfera entre nosotros y eso se notaba. Algo había desaparecido, algo que siempre había estado allí”, según su propio testimonio en el documental “La historia de ABBA”.

Sofocada de los conflictos y los incesantes chismes de la prensa sueca, una Frida con ahora cabello corto y sentimientos heridos se mudó a Londres para empezar desde cero. Ella emprendió un viaje hacia el descubrimiento personal con el propósito de recuperar la seguridad que había perdido. Durante ese tiempo trabajó en su carrera en solitario, pues siempre fue adicta al trabajo y sentía la necesidad de producir algo.

De allí nació su álbum “Something’s going on” (Algo está pasando), el cual contó con la colaboración del reconocido y extraordinario músico Phil Collins. Más que haber formado un equipo de personas sumamente famosas, la música de Collins fue una gran ayuda y fuente de inspiración durante el período de su divorcio. Frida confiesa en un documental sobre la producción del disco que “teníamos algo más que música en común pues él estaba pasando por lo mismo que yo…escuché su álbum por ocho meses seguidos hasta que me decidí a llamarlo”.

Por otra parte, empezó a interesarse por el medio ambiente, de acuerdo con el libro “De ABBA a Mamma Mia!”, Frida asevera que siempre estuvo interesada en la naturaleza y eso la llevó a crear fundaciones en apoyo a la preservación del entorno además de volverse vegetariana.


Respiros profundos

En su etapa de madurez, el amor llegó nuevamente a la vida de la cantante escandinava. Como si hubiera salido de un cuento de hadas, Frida desposó al Principe alemán Heinrich Ruzzo Reuss Von Plauen, con quien residió en Suiza posteriormente, haciéndola acreedora del título Alteza Serenísima, Princesa Anni-Frid Reuss Von Plauen.

Este contundente y casi irreal cambio su vida la llevó a entablar la mejor de las amistades con la reina Silvia de Suecia, para quien casi veinte años atrás había cantado “Dancing Queen” junto con ABBA.

Ciertamente para ella, pertenecer a la realeza no ha representado motivo de alarde pues prefiere mantenerlo bajo perfil. El sitio en internet “Frida, después y ahora” reseña según Frida, “no me casé con un príncipe, me casé con el hombre que amo. En realidad es una persona fantástica. Mi “clase” no tiene que ver con que me haya cambiado de una casa a un castillo sino de las experiencias acumuladas”.

Para ese tiempo, las causas ambientales se habían convertido en su norte. En 1996 lanzó su último disco en sueco hasta la fecha que llevó por título “Dujpa Andetag (respiros profundos)”, que de acuerdo con el libro “De ABBA a Mamma Mia!”, “quería resaltar mi punto de vista como mujer madura”, expresa la princesa.

Y es que una de las canciones más significativas que ha interpretado, “Även en Blomma (Hasta una flor)”, refleja su actitud para con la naturaleza, “lo importante es cuidarla. Hay que crecer como persona con todo lo que vives y la esencia de esa idea está escrita en la canción”


Brecha en el alma

Aunque las cosas parecían finalmente marchar al pie de la letra, como una cruel maldad del destino, Frida fue arropada de nueva cuenta por la tragedia cuando en 1998 sufrió la pérdida de su hija, Lisse-Lotte, a causa de un accidente de tránsito.

Görel Hanser, amiga cercana de la familia, declaró públicamente que “a Frida le golpeó terriblemente su muerte. Es una tragedia de la cual ella no quiere hablar”.

Sorpresivamente, como si no hubiera bastado, la muerte tocó la puerta de su castillo. El príncipe Ruzzo Reuss perdió la batalla contra el cáncer sólo un año después del fallecimiento de la primogénita de Frida, dejándola sumida en la depresión por varios meses.

Como reflejo de la mujer fuerte y valiente que ha sido desde que sus ojos vieron la luz del mundo, ella logró salir adelante apoyándose en la creencia de Dios. “Eso fue lo único que realmente me ayudó”, dice.

Para una persona tan espiritual y pacífica como ella, las montañas que rodean el glorioso paisaje del lugar donde vive, Zermatt en Suiza, la han ayudado mucho a superar penas, “me han traído alegrías…también me han dado buenos amigos. Hago muchas excursiones, esquí y alpinismo para mantenerme en forma. Matterhorn es la montaña que nos protege a todos los que vivimos en el valle”, dice con aire relajado en su rostro durante la entrevista para Frida – The DVD.

Después de toda una vida de tragedias, luces y lágrimas, la historia de Anni-Frid Lyngstad, una mujer emblemática y definitivamente ejemplo trascendental de perseverancia y fe, podría catalogarse como una de las más increíbles e inusuales que se han contado jamás, digna de una película u obra teatral que seguramente dejarían prendados a aquellos que aún no están convencidos de lo importante que es superar penas y que hasta los sueños más descabellados se hacen realidad.

miércoles, 23 de junio de 2010

Ciega vocación

Con 16 años y 19 puntos de promedio, mis padres contemplaron orgullosamnte cómo su hija mayor obtenía un cupo en el primer listado de nuevos ingresos a una de las universidades con más renombre tanto regional como nacionalmente, para estudiar la compleja y tediosa carrera de ingeniería química.

Recuerdo que en mi primer día me sentía totalmente desorientada, y no precisamente porque no supiera la ubicación de las aulas de clase, sino porque después del árduo esfuerzo que me llevó poder entrar y estar donde estaba, empecé a cuestionarme cuál era el propósito de haber optado por una carrera que ni siquiera sabía para qué servía.

Igual que un ciego sin rumbo fijo, terminé por caer en un hueco profundo cuya única posibilidad de escape era cavar hacia otro lado, a ver si tenía la suerte de encontrar una luz más potente que la que me había incandilado y hecho escoger la ingeniería.

Poco a poco me daba cuenta cómo aquellos que sí estaban claros e iban hacia el norte, pasaban a mi lado a paso de liebre, y empecé a desesperar, así que decidí irme entonces con mucho cuidado.

Hoy día los papeles se han invertido. Ahora soy yo quien ve ciegos gateando a mi alrededor, tratando de encontrar razones y muletillas suficientes qué apoyarse para continuar un camino borrascoso que no les corresponde.

Es muy cierto que no hay que darse por vencido si uno no ve pronto la luz en el camino, pero cuando la luz te incandila, cegando tu vista, hay que saber apartarse a tiempo antes de quedarse invidentes para siempre.


Acróstico a la distancia

Tantas cosas han
estado en nuestras vidas

aunque la distancia duela
mañana volveremos a vernos
o quiza volvamos a amarnos


oh tristeza que nos envuelve
solamente en su manta
honda, tan honda como la
inmensidad del oceano
tan azul como tus ojos
azules como el cielo

verán únicamente en ti

iniciando nuevamente a
caminar juntos desde el
kilimanjaro hasta el Himalaya
yo y tu, tu y yo amándonos.




Para mi...del semi letrista anónimo.