Soy de las que piensa que por mucho que se ame algo o a alguien, nunca debe intentarse prolongar lo inevitable cuando las cosas no están destinadas a ser. No se escribe un cuento cuando ya no hay musa, cuando ya la tinta de la pluma se agotó. Pero tampoco se detiene un árbol de crecer mientras las gotas de Dios rieguen las ramas maltratadas por el viento y el ardiente sol.
Citando una canción de un grupo británico, “¿Qué pasa cuando consigues lo que quieres, pero no lo que necesitas? ¿…cuando das lo mejor de ti y no triunfas? ¿…cuando estás demasiado cansado pero no puedes dormir?”...¿suena familiar?...
Unos encuentran en el camino seres que son como almohadas para descansar y al cabo de un tiempo las desechan porque no les gusta el color…otros encuentran carbón caliente debajo de sus pies y aún así atraviesan dando brincos con la mirada hacia el frente.
Hay tantos desagradecidos que lo tienen todo y lo dejan perder por banalidades…otros simplemente lo tienen allí y se muestran apáticos, carentes de tiempo para aprovechar ese regalo por el que muchos luchan y jamás obtienen, solamente para arrepentirse hasta raspar las rodillas cuando lo ven perdido y hecho añicos.
Cuando el cuento de hadas se acaba las paredes se expanden alrededor; cuando te conviertes del tamaño de un triste grano de arena en la inmensidad de un sillón, te sientas a escuchar las melodías que hacen tu corazón vibrar de nostalgia y añoranza…aquellas notas que llenan tu ser de sentimientos líquidos que luego ruedan por tu rostro.
Recordando las palabras que alguien especial me dijo, “siempre habrá rock en mi vida” mientras la desilusión esté a la orden del día, pero todo se acaba tarde o temprano, recuerda…ya viene el sol.
1 comentario:
Dios tocaya, ahora fue a mi a quien le cayó la piedra
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