Por Virginia Larrazábal
Claro, fuerte y con el pecho hinchado vociferan su lema “Patria, socialismo o muerte” los afectos a la tolda oficialista, cada vez que los rayos del sol penetran la extenuada y maltratada tierra venezolana, hasta que la oscuridad de la noche se cierne sobre un repetitivo e interminable discurso que pone a dormir, no solo al pueblo, sino también a más de un político pegado a la silla.
Sin embargo, han sido varias las voces revolucionarias que han quedado bajo el sepulcro de manera súbita e inesperada por muchos. El primer impacto fue el deceso de Luis Tascón, aquel hombre odiado por muchos por la fulana lista que los dejó marcados para siempre y sin posibilidades de empleo. Seguidamente, la “pelona” cobró la vida del vicepresidente del PSUV, el General retirado, Alberto Müller Rojas, en un día de Agosto.
No obstante, en lo que fue una jornada de más de mediodía, fue encontrado en septiembre de 2010 el cadáver del gobernador del estado Guárico, William Lara, quien sufrió un accidente vial que cegó su vida y arrojó su cuerpo a la fuerte corriente de un río que no lo devolvió sino hasta el día siguiente.
Justo el día contiguo, cuando el oficialismo venezolano se hacía la idea de la pérdida de otro de sus miembros, la tragedia arribó con el fallecimiento del diputado Luis Ceballos. Ya con este suceso iban cuatro rojos.
Así pues, hoy 5 de marzo de 2011, la desventura ha tocado nuevamente las puertas de la casa chavista. El presidente ha perdido a una de sus más fieles y combatientes camaradas, la tenaz Lina Ron, quien fundara 6 años atrás el partido Unión Popular Venezolana, y que murió a causa de un fulminante infarto.
Resulta entonces curiosa toda esta ola de infortunados decesos, meses después de la exhumación de los restos del siempre venerado Libertador Simón Bolívar y de sus hermanas. Pero, muchos se preguntarán, ¿qué tiene una cosa que ver con la otra? Pues bien, el libertador dijo “Todo aquel que profanase mi tumba, tendrá años de sufrimiento y sus seguidores morirán en lotes”.
Fuertes rumores se han corrido extraoficialmente entre los que creen que, más que averiguar la “verdadera causa de muerte” de Bolívar, todo aquel show mediático de mal gusto se debió a un capricho del mandatario Nacional, en un intento de completar quien sabe cuál rito con sus compinches, los babalaos cubanos…no hay que ser erudito, el inventico palero de los huesos de Bolívar les ha salido carito.
Pero aquí lo cierto es que del lema rojo sólo hay una palabra la que se alza. ¿la patria? Dividida y hambrienta, ¿el socialismo? En los utópicos libros marxistas y en la mente de Chávez, ¿la muerte? Llevándose a todos los que gritan su nombre a todo pulmón al final de cada frase. Ahí se las dejo.
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