lunes, 6 de junio de 2011

Te amo de una manera bizarra. Te amo porque eres el último recuerdo que tengo antes de la gran metamorfosis y te aborrezco porque fuiste el último vestigio de brisa artificial que congeló mi sangre y empañó los cristales de mis ventanas. Te extraño, porque los seres humanos somos masoquistas…a pesar de no marchar hacia atrás, siempre las llagas debajo de los pies queman. Te extraño porque aún llevo un mapa viejo y desgastado que nunca podré utilizar, pero…extrañarte no significa que quiera, necesite o acepte de vuelta tu degenerada visión, nubosa y quebradiza.

No te amo. Realmente son sólo condiciones que la mente impone al no conocer nada más allá del valle. No te extraño. Sólo extraño quien era yo antes del naufragio y, si a esas vamos, repudio la indeseada duda de no saber si los perfumes dulces de mi ser aflorarán sin los aromas de tu puntiaguda puñalada.

Allí, donde el tiempo no existe y donde la esencia no tiene rostro, tú y yo volveremos a nuestra forma original. Y lo mejor de todo, es que cada detalle oriundo de la carne se irá por un hoyo sin retorno ni recuerdos...un sitio donde incluso yo podré hacer caso omiso de todo y olvidar, para volver a retoñar con otros ojos...en un apartado lugar donde los libros se escriban en páginas blancas.

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