jueves, 12 de agosto de 2010

¿Verdaderamente lo oyes?

Paradójico resulta que, en las últimas semanas, me hayan estado pasando cosas tan significativas que hasta podrían poner en cuestión mi cordura, y no haberme dignado a vaciar las lecciones que he aprendido a través de las fieles y sublimes letras que siempre han estado de mi lado. Tal vez es porque he tenido tanta información rondando por mi cabeza, cual espacio sideral con billones de cuerpos celestes sin rumbo y chocando entre sí, que me he tomado mi tiempo…afortunadamente las letras esperan pacientes por mi…aún sabiendo que corren el riesgo de quedar atrofiadas sólo en este blog solitario que casi ningún alma se digna a leer.

Digamos que, han sido tantas lecciones que me han caído del cielo, literalmente, que si intentara contarlas todas en este pequeño espacio, al final me daría cuenta de que saldría mejor escribiendo un libro…por lo tanto, creo que intentaré darle a cada aprendizaje un tratamiento único e individual…a ver quién es el otro demente que me logra entender (jejé) y pido disculpas de antemano a quien pueda sentirse ofendido.

Muchos crecemos en familias netamente católicas, esas que acostumbran a rezar 9 noches de repetidas palabras cuando muere alguna persona y que, siendo sinceros, la mayoría no entiende o siente. Otros se apegan al evangelio pero, contrario a lo que predican, corren la voz colectivamente echando en cara que serán los únicos salvos. Otros que se van de casa en casa otorgando sermones justo después del nacimiento del sol, ganándose bostezos y malas caras de personas entregadas a lo mundano, que abren a regañadientes las puertas de sus casas…en fin, existen grandes cantidades de religiones y cultos a los que la gente se une meramente por dogma, sólo para tener adónde acudir los domingos para pedir perdón por las cochinadas y metidas de pata que hacemos durante los 6 días restantes de la semana en los cuales se nos olvidan las promesas y enseñanzas del creador, esos días en que cerramos los ojos y los oídos bloqueando nuestros sentidos de detectar las verdaderas señales que él nos manda.

Desde luego que sería una barbaridad de mi parte generalizar, pues estoy consciente de que no toda la gente es así. Hay quienes elevan su corazón a Cristo y practican sus creencias por fe…eso es algo completamente respetable, sólo que hay que ser realistas, la mayoría se la olvidado de lo importante…se ha dejado a un lado la verdadera fe en un Dios supremo y se ha cambiado por los memorizados rezos que no sirven de mucho si en realidad no se siente el fuego de Dios penetrando en tu ser, si no se experimenta de manera real y vívida la presencia de Jesús en nuestras vidas.

Por lo dicho anteriormente, no es difícil deducir que en este punto de mi vida me encuentro persiguiendo mi norte espiritual…estoy sedienta de encontrar un sitio donde puedan encajar las necesidades de mi alma. He estado leyendo de todo un poco, tratando de establecer comparaciones entre las creencias de aquellos fervientes que defienden sus doctrinas a capa y espada…pero hasta la fecha ninguna ha podido atrapar la esencia de lo que busco.

En el camino me he topado con seres verdaderamente especiales, seres que se comunican conmigo gracias a la divinidad de Dios y su vital presencia en mi vida. Son seres que me han ayudado y han evitado que mi destino sea cambiado drásticamente por causa de mis erróneas acciones terrenales, dignas de una simple mortal. Sin embargo, mis pasos se han cruzado también con falsos maestros, esos que vociferan palabras que endulzan tu mente de manera hipnotizante, pero que en realidad carecen de intenciones libres de los propios propósitos egoístas… y llegó uno que me hizo dudar de lo más importante, la conexión celestial que descubrí hace años…pero eso lo profundizaré mejor en otro momento.

La gente se mata porque creen poseer la verdad, obviamente yo no la poseo enteramente, todo depende del cristal con que se mire pues cada persona viene a este mundo con necesidades espirituales diferentes…algunos tenemos la bendición de identificarlas y a otros no les alcanza toda una vida para hacerlo, por lo que tienen que comenzar de nuevo, en otra vida. Como dice Brian Weiss, “todos vamos al mismo sitio pero a velocidades diferentes”…ah Brian…eso es arena de otro costal, de él y sus libros hablaré en otro capítulo.

Eso de que todos vamos al mismo lugar pero unos más rápido o más lento que otros no se traduce en que unos morimos primero que otros, el significado es mucho más profundo. Nuestro cuerpo se pudre al fallecer, pero nuestra alma es lo que prevalece…esa alma que tal vez ha vivido de forma física incontables veces en épocas remotas y que aún continúa acumulando aprendizajes, con el fin de llegar a ser un alma evolucionada, digna de besar los pies del redentor.

Lo cierto es que, según mi humilde pensar, no importa si se pertenece o no a algún grupo religioso o simplemente se está en la búsqueda, pues dicen que Dios no distingue entre religiones ni establece una como mejor que otra, lo importante es aceptar que existe un Dios que todo lo ve, que se manifiesta a diario en nuestras vidas siempre y cuando nosotros le demos cabida en ella como primer factor crucial…y que no olvidemos los restantes días de la semana, donde ocurren cosas que nos duelen y nos dan duro al ego, al orgullo y nos parten el corazón; es allí donde hay que tenerlo mucho más presente porque…para todo existe un propósito, incluso para lo que consideramos un castigo a veces puede ser la llave para abrir una puerta con paisajes mucho más agradables. Los mensajes están aquí, sólo hay que agudizar los oídos para oír lo que la voz de Dios nos susurra.

En lo que a mí respecta, continúo detrás de esa voz…esa que me ha hablado desde el mero día en que nací, esa que me guía y por la cual estoy aquí, tranquila y salva de las desgracias que las falsas voces han querido dictar a mi corazón…Dios te bendiga a ti que te tomaste la molestia de leer estas líneas que, tal vez no tienen sentido para ti, pero para mí lo son todo.




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